El campo de batalla de los Arapiles es uno de los mejor conservados de las guerras napoleónicas. Wellington lo reconocería inmediatamente si pudiera verlo en pleno año 2008. Está situado a unos 6 km al sur de Salamanca y su centro es el pequeño pueblo de Arapiles. Este pueblo estuvo en poder de las compañías ligeras de los Coldstream y del 3º de Foot Guards, y aunque los franceses lograron acercarse a las afueras del pueblo, éste fue posesión británica durante toda la batalla. Lo que más llama la atención en el campo de batalla es, desde luego, los Arapiles, dos colinas de forma peculiar y que parece que han caído del cielo. Es bastante fácil ascender al Arapil Chico, que estuvo en manos de los hombres de Wellington durante la batalla, y desde su cumbre, si miramos hacia el norte, detrás de la colina, podemos imaginarnos cual era la posición inicial de los dos ejércitos que se extendía de norte a sur.
Desde el Arapil Chico y mirando hacia el este podemos ver la pequeña ermita donde se produjo la primera escaramuza de la batalla. Es lo que se conoce como la Peña de Calvarrasa de Arriba, un lugar fantástico para observar el perfil de los dos Arapiles y que es especialmente bonito cuando los campos de trigo están verdes en primavera. Para llegar a él lo mejor es coger desde Salamanca la carretera de Alba de Tormes y al llegar a Calvarrasa coger un camino que sale a la derecha nada más entrar en el pueblo.
Cruzando el valle se encuentra el Arapil Grande, que fue ocupado por Marmont durante la batalla, y lejos, hacia al oeste del Arapil Chico, está el pueblo de Arapiles con el Teso de San Miguel detrás de él. Desde este alto Wellington observó los primeros movimientos de la batalla. Mirando más lejos hacia el oeste desde el Arapil Chico, cruzando la carretera nacional en dirección a Béjar (N630) podemos ver el pueblo de Miranda de Azán, que se encuentra a 1 km de esta carretera. Lo mejor es que empecemos nuestro recorrido en este lugar, porque es aquí donde la Tercera división de Pakenham se encontró con las tropas de Thomières. Es posible seguir la ruta de Pakenham a lo largo del camino que va de Aldeatejada a Miranda aunque los bosques que ocultaron a Pakenham de los franceses ya no existen. Las laderas por las que marchó la Tercera división están tal cual estaban en 1812.
Desde Miranda de Azán dirígete a Arapiles y coge un camino que sale en dirección sur desde el pueblo hacia la ladera por la que comenzó el ataque de la Quinta división de Leith. Desde lo alto puedes mirar abajo hacia el valle e imaginarte a la división de Maucune con la división de Clausel a su derecha, y a la caballería de Le Marchant comenzando su carga desde detrás del pueblo de Arapiles. Desde aquí vuelve hacia el pueblo, gira a la derecha en dirección este y camina hacia el Arapil Grande primero por la carretera asfaltada y después por un camino de tierra a la derecha. Es una subida más empinada que la del Arapil Chico pero desde aquí podrás observar la ciudad de Salamanca y el área donde las divisiones de Wellington estaban formadas en reserva.
Mirando hacia el oeste desde el Arapil Grande, es fácil seguir los ataques que hicieron Leith y Le Marchant, y apreciar la gran distancia que los derrotados soldados de Thomières tuvieron que recorrer antes de llegar al amparo del bosque de encinas que se extiende hacia el sureste del campo de batalla. También es fácil seguir el ataque de la Cuarta división de Cole, cuyos batallones avanzaron por el terreno que hay entre el Arapil Chico y el pueblo de Arapiles. Siguiendo con la vista un pequeño riachuelo podemos ver la posición que ocupaba la brigada de Stubb cuando atacó. Mientras Cole avanzaba, Pack lanzó a su brigada portuguesa como apoyo, haciéndola subir por las laderas del Arapil Grande que también se mantienen como entonces. La cornisa rocosa que hizo que los soldados tuvieran que soltar sus mosquetes para superarla es fácilmente perceptible.
La victoria de Wellington se produjo gracias a la aparición de la Sexta división de Clinton avanzando desde detrás del Teso de San Miguel. Lejos, hacia el sureste, se encuentra el bosque de encinas por donde los franceses se retiraron. El bosque es menos espeso ahora y la altura desde donde los hombres de Ferey dispararon por encima de las cabezas de sus compañeros es claramente visible.
El puente de Alba de Tormes por el que cruzaron los franceses en retirada todavía está en perfecto estado. Cruzando este puente y dirigiéndose hacia el este está el pueblo de Garcihernández que está dominado por las alturas de La Serna. Podemos observar como tres desfiladeros, todos con carreteras que pasan por su parte superior, así que es difícil marcar el punto exacto en el que los jinetes de Bock rompieron los cuadros de la infantería de Foy.
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